Blackwater III: La Casa 💀 Una reseña de Muerte y Misterio entre balas y Agua Roja.

La Casa, la tercera entrega del conjunto Blackwater. ¡Y mi favorito hasta el momento! Es bien sabido que un libro no ha de ser juzgado por su portada, sin embargo, en esta serie las maravillosas portadas contienen detalles sobre su contenido real. Se pueden observar las balas en los laterales del marco de la portada y las calaveras, todo anticipando a la existencia de mucha muerte importante presente en este tomo, además del color negro y los tonos oscuros que lo envuelven todo. Asimismo, nos enfrenta las caras de Mary-Love y Elinor por un lado, y las de las dos hermanas, Frances y Miriam, por otro (o eso he intuído yo, ya que dos caras femeninas parecían rostros más jóvenes). No podemos olvidar la casa con las ventanas rompiéndose, e incluso las monedas de la parte de atrás en representación a la Gran Depresión, esa crisis económica que comenzó en 1929. Todo un estallido de símbolos y escenas que te aportan un preámbulo de lo que encontraremos en la lectura. Y me parece realmente fascinante.

“Olía a viejo; era imposible que ninguna otra habitación de Perdido oliera más a viejo que aquella. Frances tenía la sensación de que olía como si generaciones enteras de Caskey hubieran muerto ahí dentro: como si, década tras década, las madres Caskey hubieran dado a luz a niños muertos en esa cama; como si una línea ininterrumpida de maridos Caskey hubieran asesinado a sus esposas adúlteras y las hubieran metido en ese chifonier; como si un centenar de esqueletos, con la carne descompuesta y la ropa hecha jirones, aguardaran amontonados en aquel pequeño armario, escondidos entre todas las pieles y las plumas”.  

Las riñas dentro de la familia Caskey siguen latentes, siendo la mayor la que se arrastra desde el principio: Elinor vs Mary-Love. No obstante, aparece con fuerza una nueva rivalidad entre hermanas: Miriam y Frances. Ya sabíamos que Miriam se había criado con su abuela Mary-Love, por lo que no sorprende que tenga actitudes de odio y distancia hacia su propia madre. Mientras que Frances ha salido más inocente bajo el amparo de sus padres. La primera una niña mimada que castiga como puede incluso a su hermana, y la segunda siempre está intentando caerle bien a la otra a toda costa. En cuanto al resto de personajes se refiere, toma mayor protagonismo Queenie, la hermana de la difunta Genevieve, y su marido, un hombre que anda vagando por la vida por el mal camino y que no se resigna a perder a la que es su mujer. Veremos, de nuevo, intercambio de niños como si fueran peluches, lo cual no deja de asombrarme por la facilidad que tienen de desprenderse de los hij@s, pero supongo que era otra época, otra mentalidad y, por supuesto, algo fundamental para que la historia tenga mayor sentido. Conoceremos también a una Elinor más fría y calculadora, la que sin pelos en la lengua muestra por fin ese poder y control que tanto aparentaba tener.

“La rivalidad que parecía existir entre las dos hermanas era un reflejo de la rivalidad aún mayor entre Elinor Caskey y su suegra, Mary-Love. La relación entre las dos niñas reproducía, de forma distorsionada y en miniatura, la intensidad que caracterizaba el enfrentamiento entre su madre y su abuela”.

En una serie de catastróficos incidentes, en esta ocasión el número de muertes que suceden en la historia aumenta a dos, siendo una de ellas de un personaje principal (al que yo, sinceramente, tenía ganas ya de que le pasara algo así). Y, como siempre, ambas formas en que pierden la vida son tan detalladas, macabramente imaginables y sin dejar indiferente. 

Con todo lo que ocurre, este libro se convierte en un antes y un después para la mayoría de personajes, centrándose en gran medida en la influencia que un hogar y un modo de criar pueden ejercer sobre una persona, y llevando a sucesos distintos, muestras paranormales o de misterio y terror más reveladoras que nunca, y un cambio importante en lo que va a suponer la vida de la familia Caskey a partir de ahora. 

“El niño salió del armario y se adentró en la habitación. La luz blanca y azulada se desvaneció a sus espaldas. La habitación volvía a estar a oscuras”.

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